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Mindfulness y alimentación para acabar con los atracones y la ansiedad

Mindfulness y alimentación para acabar con los atracones y la ansiedad


¿La rutina diaria te genera ansiedad y estrés? Pues no eres al único al que le ocurre esto. El automatismo de nuestras vidas puede ser agotador, cansado, agobiante e, incluso, insoportable.

El mindfulness o atención plena son una serie de prácticas que pueden ayudarnos a relajarnos, fluir, ser mucho más positivos y mejorar nuestra productividad en cualquier actividad. Son técnicas mentales que tienen como objetivo aumentar la calidad de nuestra vida. Es vivir aquí y ahora y entender y profundizar en un momento para llegar a un estado de paz mental, dejando atrás preocupaciones por el futuro o el pasado.

Parece difícil conseguir esta atención plena, cuando en nuestra mente divagan pensamientos continuamente, de un lado para otro. Lo sabemos. Como en cualquier cosa, los primeros pasos en el mindfulness requieren un sobreesfuerzo y constancia para conseguir controlar tu mente, ponerla en blanco y centrarte en ese “aquí y ahora”. Por eso, hoy te hemos preparado un ejercicio mindfulness que puede ayudarte a mejorar tu relación con los alimentos, iniciarte en la atención plena y ¡le cojas el gusto!

mindfulness

¿Qué comemos, por qué y cómo?

Todos podemos padecer ansiedad o estrés en algún momento de nuestra vida. Si crees que solo te pasa a ti, ya puedes respirar porque es lo más normal del mundo. Cuando nos encontramos en una situación de agobio, ansiosos o estresados, a largo plazo nuestro ritmo de sueño, hábitos alimentarios, apetito sexual se pueden desequilibrar. A algunas personas, les entran unas ganas compulsivas de comer y no suelen ser alimentos saludables. El cuerpo suele pedir alimentos grasientos o hiperazucarados (bollería industrial, refrescos, fritos…) para saciar ese “hambre voraz”, que no es hambre sino ansiedad.

¿Cómo podemos achacar esta situación y mejorar nuestra relación con la comida? Lo primero que debemos hacer es ser conscientes de la diferencia entre alimento y comida, de lo qué comemos y cómo lo comemos y si estamos haciendo bien nuestras ingestas. El mindfulness eating es el primer paso para empezar una dieta saludable.

Cuando sientas que se viene un atracón, siéntate y empieza el siguiente ejercicio de respiración. Inhala profundamente, aguanta tu respiración tres segundos y exhala lentamente. Así hasta diez veces. Sentirás como tu ansiedad se va reduciendo poco a poco.

Cuando ya se hayan calmado tus ganas de abrir una bolsa de patatas fritas, una caja de galletas o un paquete de magdalenas, coge una pieza de fruta con las manos y contempla su color y su textura. Cierra los ojos y acaríciala para conectar con el sentido del tacto de un modo profundo y concéntrate en su forma y su peso. Huélela para saber cómo es su aroma. Acércala a tu oreja, estrújala ligeramente y escucha el sonido.

Después de haber tomado los primeros contactos con la pieza de fruta, acércala a tu boca poco a poco. Si empiezas a salivar, tu cuerpo habrá iniciado la primera fase de tu digestión y serás consciente de ello. Introduce la pieza de fruta en tu boca y da tu primer mordisco. Mastica poco a poco y saborea el alimento, siendo totalmente consciente de su textura y su sabor. Espera unos segundos para dar el siguiente mordisco y hazlo del mismo modo que el primero, despacio y sin prisas.

Cuando hayas acabado de comer, no te levantes. Deja que tu cuerpo entienda que ya no hay más alimento y concéntrate en entender la saciedad que percibes. Esto último es una parte muy importante del proceso de alimentarnos y normalmente, se nos olvida por mil razones (debemos seguir trabajando, queremos ir a dormir un rato después de la ingesta, tenemos planes…). Aun así, es algo imprescindible y todos deberíamos tenerlo en cuenta en cualquiera de nuestras ingestas.